La mayoría de las personas en algún momento, deciden realizar una dieta específica, y por lo general, suelen hacerlo con el propósito de perder peso. Por eso, en la mayoría de los casos, las personas suelen apostar por aquellas alternativas que ofrezcan resultados rápidos, por ejemplo, las dietas estrictas.
No obstante, considerando que esto no se trata de una garantía de efectiva o buena salud, resulta esencial preguntarse entonces: ¿es bueno hacer dieta estricta? Lo más aconsejable siempre será acudir a un especialista que ofrezca apoyo profesional para elaborar un plan dietético personalizado.
En cualquier caso, a través de este artículo trataremos de responder dicha pregunta.
¿En qué consisten las dietas estrictas?
Cuando de dietas estrictas se trata, se puede decir que existe una variedad entre las cuales escoger, incluyendo las dietas hiperproteicas, mono dietas, hipocalóricas, veganas, disociadas, macrobióticas, alcalinas, paleolíticas, etc., y si bien algunas suelen ponerse de moda por cierto tiempo, hay otras que logran mantenerse con el paso de los años.
Ahora bien, las dietas estrictas consisten en todas aquellas dietas que dan prioridad al consumo de ciertos alimentos y excluyen a muchos otros.
En este sentido, lo más común suele ser eliminar la ingesta de hidratos de carbono y priorizar la de proteínas; como en el caso de la dieta Dukan o la dieta Atkins, etc., mientras que existen otras donde lo que se elimina consiste justamente en el consumo de proteínas de origen animal, por ejemplo, las dietas veganas y vegetarianas.
Sin embargo, en cualquier caso, este tipo de limitaciones podría terminar causando importantes carencias de nutrientes que son esenciales para el correcto funcionamiento del organismo (por ejemplo, falta de vitaminas, especialmente las pertenecientes al grupo B, y también déficit de minerales, sobre todo de hierro y calcio), además de desequilibrar el metabolismo causando alteraciones hormonales.
¿Es recomendable y apropiado realizar dietas estrictas?
No se puede negar que resulta necesario ser relativamente estrictos al momento de realizar cualquier dieta, a fin de conseguir los objetivos que deseemos alcanzar; sin embargo, es cierto que las dietas estrictas podrían perjudicarnos dependiendo de aquellos alimentos cuyo consumo eliminemos.
Al inicio, sería común creer que seguir estrictamente una dieta no tendría por qué causarnos inconvenientes si nos aseguramos de seguir las pautas de algo que, aparentemente, tiene que ser beneficioso para nuestro organismo, pero no obstante, esto no siempre suele ser así.
Problemas con las dietas estrictas
Por lo general, al hacer una dieta estricta es posible lograr una importante pérdida de peso, especialmente al comienzo.
Sin embargo, debido a que son muy restrictivas, suele ser complicado seguirlas con el paso del tiempo, dado que se vuelven aburridas y monótonas.
Además, el dejar a un lado alimentos “prohibidos”, en numerosas ocasiones, produce un estado de ansiedad que solo termina generando caer en la tentación, y en consecuencia, que recuperemos el peso perdido y también varios kilos de más.
Además, al mantenerlas por mucho tiempo, es común que el metabolismo termine estancándose con el fin de garantizar la reserva de energía, de modo que al dejar la dieta y comenzar a comer igual que antes, después resultará considerablemente más complicado bajar de peso debido a que el metabolismo será más lento.
Esta es la razón por la cual suele ser común recuperar los kilos perdidos y también ganar algunos de más, dando lugar a lo que se denomina “efecto rebote”.
Efectos en la salud
El sobrepasar o limitar el consumo de ciertos alimentos y/o nutrientes a lo largo de mucho tiempo, podría terminar causando severos problemas sobre la salud.
Las dietas hipocalóricas, de las más comunes entre las dietas estrictas, no solo genera una falta general de nutrientes (minerales, vitaminas, proteínas, carbohidratos y grasas), sino que además produce la pérdida de masa muscular (no de grasa masa, lo cual sería lo apropiado y lo que seguramente desea quien quiere adelgazar).
En consecuencia, produce una gran sensación de fatiga y debilidad, aumentando el riesgo de lesiones musculares y fomentando el debilitamiento de los huesos, algo que podría causar fracturas y/o enfermedades óseas, por ejemplo, osteoporosis.
Asimismo, hacer una dieta estricta podría terminar alterando el metabolismo y las hormonas, comprometiendo, por ejemplo, la fertilidad o afectando el estado de ánimo; causando mayor irritabilidad, problemas para dormir, ansiedad, constante sensación de hambre e incluso depresión.
También pueden causar insuficiencia renal, problemas cardiovasculares e incluso el incremento de la tensión arterial, especialmente en el caso de aquellas dietas estrictas que supone el abuso de algunos nutrientes, como las hiperproteicas.